
Los avances del Ecuador por mitigar el impacto climático junto al cumplimiento de las ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) a nivel nacional, intensifican el compromiso del país en la búsqueda e innovación constante de métodos de protección ambiental. En el país, el uso de energía se intensifica y la demanda eléctrica va constantemente en ascenso, para contrarrestar esto y construir un Ecuador más sostenible, una pieza clave es diversificar el uso de fuentes de suministro de energía utilizando energías renovables como la eólica y solar. Un proyecto muy ambicioso sería implementar “comunidades energéticas” a través del uso de instalaciones solares fotovoltaicas. Estos modelos de energía compartida han sido propagados en diferentes países y son cada vez más habituales. Según datos de la UE* se pueden observar cerca de 700 en Dinamarca, en Alemania 1800, 500 en los Países Bajos y 33 en España y favorecen a crear un futuro energético más limpio.
Para abastecerse de esta energía renovable, se deben crear comunidades de generación de energía donde participan personas vecinas de un barrio, aldea, etc. Se utiliza una batería y paneles solares fotovoltaicos ubicados en los tejados de las viviendas o comunidades de vecinos. Los paneles solares permiten transformar la energía luminosa o fotones en energía eléctrica o flujo de electrones libres, mediante el efecto fotoeléctrico, permitiendo generar energía solar fotovoltaica que luego pasa a las baterías y luego al inversor para transformarla en corriente alterna lista para emplearla en el hogar. El propietario se abastece de energía renovable supliendo sus necesidades energéticas e incluso podría generar un excedente o reserva de energía que sirve para que otros miembros, que no cuentan con suficiente energía debido al mal tiempo, puedan utilizarla.
Diferentes estudios han demostrado que la inversión en los sistemas de autoconsumo compartido, producen un ahorro significativo a largo plazo en los más de 25 años de vida útil de la instalación, pero sobre todo se consolidan ventajas medioambientales y sociales de las que podemos destacar: Abandono de las energías fósiles, camino de solución a la pobreza energética, impulsar una innovación sostenible y responsable, reducir la huella de carbono derivada de uso de energía.
Este modelo innovador donde prima la sostenibilidad permitiría un papel proactivo de transición hacia un sistema sin emisiones de CO2 en el Ecuador. Por otro lado, sería una solución en las zonas rurales o sectores más aislados, para compensar la falta de energía eléctrica que se presenta en las viviendas de estas localidades. Además, se refiere a un modelo de sostenibilidad porque su fin no es tener ganancias financieras con los servicios que se presta entre los integrantes de la comunidad, sino la propagación de un sistema energético eficiente y colaborativo a través de la energía verde aprovechando los recursos renovables y activando la participación ciudadana en la producción de energía.
*De acuerdo al Energy Comunities in the European Union
Por: Ing. Yosuny Echeverría Lolín, MSc.
Usuario IG: @yosunyelolin